No suelo subir actualizaciones tan tarde, en realidad, esta reseña estaba programada para el jueves. Sin embargo, si no me desahogo y lo cuento en este mismo instante, no me sentiré tranquilo. Me atrevo a afirmar que, a pesar de ser una producción del año 2022, estamos ante la mejor obra visual de la que he hablado en toda mi carrera como escritor y en la vida de mi blog.


Sinopsis

Es el año 2124, en medio de una investigación en el planeta Marte, Christopher (Yasunori Matsumoto) descubre una nave espacial en ruinas, la cual fue reportada como desaparecida hace años. Es entonces cuando su moral lo obliga a adentrarse en los restos de esa embarcación espacial para comprobar el estado de los pasajeros. Allí se encuentra con Kiane (Riho Sugiyama), una pequeña niña fantasma que encontró su final en ese trágico accidente.


Animación

Esta hermosa obra de la animación japonesa fue producida por el ya conocido estudio Orange, quienes nuevamente emplearon la animación 3D, a lo que ya están acostumbrados. El resultado no podría ser otro que magnífico. El diseño del mundo no solo nos evoca ese desolado planeta rojo que tanto nos hace y seguirá haciendo fantasear, sino que también el diseño de personajes, el movimiento de cámara y el uso de diferentes planos cinematográficos nos brindan un dinamismo que rara vez podemos ver en producciones de este tipo, especialmente de Japón, quienes nos tienen acostumbrados en Occidente a otro tipo de elementos utilizando la animación más común.


Personajes

Ya lo he mencionado más de una vez en este blog y lo voy a volver a mencionar: con poco se pueden lograr grandes cosas. Este cortometraje es una prueba tácita de ello. Tiene una duración de 7 minutos con 30 segundos, tiempo más que suficiente para que el espectador quede maravillado con la calidad sublime de la animación y, sobre todo, con los personajes. En particular, quiero destacar a Kiane, quien se lleva todas las palmas en este trabajo. No quiero menospreciar el trabajo del maestro Yasunori Matsumoto, quien es un excelente actor. Christopher, como personaje, no destaca tanto, ya que cumple con su función como agente y encuentra un fantasma con el cual primero muestra pánico, como cualquier persona, para luego mostrarnos empatía al salvar el alma de la pequeña. Es un personaje simple, rápido y conciso. 


Lo mismo ocurre con Kiane, quien cumple con los tres puntos mencionados anteriormente. Sin embargo, quiero darle más mérito a Riho Sugiyama, ya que logró transmitirnos el dolor, la felicidad y la tristeza de una niña sin decir una sola palabra, solo a través de balbuceos. Es impresionante ver tantas emociones expresadas sin necesidad de hablar. Para mí, eso tiene un valor aún mayor, ya que como me gusta decir: "Mírame a los ojos y te diré quién eres, mírame a los ojos y te diré qué sientes".


Conclusión

Mi principal problema con los cortometrajes es que, si no se hacen bien, pueden dejar demasiados cabos sueltos sin responder, lo que deja al espectador con dudas de una manera negativa. En esta ocasión, eso no sucede, ya que si bien aún nos dejan cosas a la imaginación, como el motivo por el cual Kiane sigue en el plano terrenal o qué pasó con ella al llegar a la Tierra, son detalles que no importan mucho, ya que se cumple con los tres elementos básicos de una historia (inicio, desarrollo y conclusión). Esto deja al espectador con la sensación de haber visto algo breve que podría volver a ver por puro gusto, o tal vez no, simplemente porque ya ha visto lo suficiente y puede irse satisfecho con un gran recuerdo y, por qué no, unas cuantas lágrimas derramadas. Esa es la misión de un escritor, de un libretista y, en este caso, de un estudio: transmitir las emociones justas y necesarias para que tú, que nos lees, puedas sentir que el tiempo invertido en nuestro trabajo valió la pena.


Por todas estas razones, a este corto le doy sus merecidos 10 escudos de 10. Pero no me crean a mí, sean ustedes el jurado y den clic al video insertado aquí abajo.